De muy antiguo los difuntos eran sepultados en sus respectivas iglesias parroquiales, de ahí que éstas tuviesen cementerios adyacentes a sus templos. El rey Carlos III, llamado con razón el mejor alcalde de Madrid por sus medidas y providencias para la modernización de la capital de España, promulgó una Real Cédula en beneficio de la salud pública el 3 de abril de 1787 prohibiendo los enterramientos en las parroquias y mandando se edificaran cementerios en las afueras de la población. La medida resultó novedosa, y es contemporánea a las decretadas en otros lugares de Europa, no obstante chocó no solo con el rechazo de la sociedad de la época a tener que recibir sepultura fuera de los recintos religiosos, sino también con un problema económico ya que la Real Cédula pretendía que la construcción de los cementerios extramuros fuera costeada con fondos de las parroquias, motivo por el cual estas órdenes tardaron en ser obedecidas hasta que una Real Orden de Carlos IV dada el 9 de abril de 1779 dispuso la creación de cuatro cementerios ubicados en las afueras de la ciudad.
A raíz de una nueva Real Orden de Carlos IV el 26 de Abril de 1804 comenzó la construcción del cementerio General del Norte, también llamado de la Puerta de Fuencarral, que fue el primero en construirse en Madrid como área de enterramiento localizada fuera de la ciudad y cuya construcción fue diseñada y dirigida por el arquitecto Juan de Villanueva. Las obras se interrumpieron durante la Guerra de la Independencia y finalmente fueron concluidas el año 1809, reinando José Bonaparte. Más tarde, las congregaciones más pudientes construyeron sus propios cementerios surgiendo así los de las Sacramentales de San Isidro, San Justo, Santa María y San Lorenzo, que aún hoy existen.
Este cementerio Sacramental de San Lorenzo, que constituye la última de las construcciones de este tipo levantadas en Madrid, se construyó manteniendo la estructuración habitualmente empleada en los cementerios propios de otras archicofradías sacramentales madrileñas. En origen se configura como un pequeño cementerio organizado en torno a un patio a partir del cual se amplía sucesivamente a base de otros patios yuxtapuestos. De esta manera, crece hasta alcanzar los 13 patios con los que cuenta en la actualidad, albergando panteones y esculturas funerarias muy significativas desarrolladas en todo tipo de estilos. El arquitecto Pedro Tomé Vercruysse realizó el primer proyecto del cementerio, fechado el 9 de agosto de 1851, y este mismo año ya se habían efectuado las primeras obras en la construcción del primer patio llamado San Lorenzo. La bendición de este primer patio tuvo lugar el 31 de julio de 1852 y el primer enterramiento el 31 de agosto de ese mismo año, correspondiendo a don Francisco Hernández, antiguo dependiente de la parroquia de San Lorenzo, que fue inhumado en el nicho número 1. El arquitecto decidió adornar el terreno con un jardín que él mismo diseño y, en febrero de 1854, terminadas las galerías, rotondas y columnas, se plantaron veinte cipreses. La primitiva entrada al cementerio daba acceso al patio de San Lorenzo por una puerta situada al lado izquierdo de lo que fue primera capilla provisional. Dicha puerta y capilla desaparecieron al ser construido el muro que cercaba todo el recinto del cementerio, a excepción del llamado patio central de San José.
En mayo de 1863, con proyecto del arquitecto Tomé, se realizaron las obras de construcción del segundo patio, obras que finalizaron en diciembre de ese mismo año. En enero de 1864 el visitador eclesiástico don Julián Pando y López procedía a la inauguración y bendición del segundo patio del cementerio de la Sacramental, con el título de Santísimo Cristo de la Redención del Mundo. En el centro de este patio se erigió una capilla provisional y se colocó la cruz que coronaba la cúpula de la capilla del Santo Cristo en la iglesia parroquial de San Lorenzo, antes del incendio de 1851. También diseñado por el arquitecto Pedro Tomé se construyó el tercer patio que recibiría el nombre de Ánimas Benditas. Su proyecto fue simultáneo con el del patio del Santísimo Cristo de la Redención del Mundo, de iguales dimensiones y similares características, si bien las obras no finalizarían hasta diciembre de 1875, aunque la bendición de este patio ya había tenido lugar el día 28 de octubre de 1865 con la presencia del visitador eclesiástico don Julián de Pando y López. El 4 de marzo de 1865 el alcalde corregidor de Madrid don José María Diego de León, conde de Belascoain, concedía autorización a la Archicofradía Sacramental para cerrar el terreno de los nuevos patios que recibirían el nombre de Santísimo Sacramento y, el 12 de marzo de este mismo año, el arquitecto Pedro Tomé firmaba el pliego de condiciones para el desmonte y cimentación. La fachada de este patio, que al igual que la del patio de San Lorenzo hace frente a Madrid, sería la principal del cementerio hasta la construcción el año 1919 de nuevos pabellones y entrada por el patio central de San José. En el centro de la fachada, equidistante de los dos torreones que la delimitan, se construyó un vestíbulo que daba entrada al patio y que más tarde sería el lugar donde se erigiese la nueva y definitiva capilla del cementerio. El patio fue bendecido por el visitador eclesiástico don Julián Pando el 28 de octubre de 186521, si bien las obras no habían aún concluido.
Según consta en escritura pública otorgada en fechada el 31 de agosto de 1874, la ejecución del proyecto del arquitecto Juan Sánchez Pescador para la construcción de tres tramos de muro con galerías de nichos para cerramiento del patio Santísimo Sacramento fue adjudicada, tras concurso público, a los contratistas Manuel Castellanos Pulgar y Manuel Salvador y Serrano. Los planos y diseños para la distribución del segundo patio central del Santísimo Sacramento fueron presentados por el mismo arquitecto Sánchez Pescador en la junta general de la Archicofradía celebrada el 23 de junio de 1878. En fecha 10 de agosto de 1887 el Ayuntamiento concedía licencia a la Archicofradía Sacramental para cercar los terrenos que luego darían lugar a los tres patios de Nuestra Señora de la Portería. El 1 de abril de 1889 está firmado un plano realizado por el arquitecto Miguel Mathet y Coloma donde se representa planta y alzados de los patios bajo y central de Nuestra Señora de la Portería, cuyas obras finalizaron en 1992 con la construcción de galerías de nichos. Y, en septiembre de 1902, se terminaron las obras de construcción del patio alto Nuestra Señora de la Portería, sobre una parcela de terreno adquirida de la Visita Eclesiástica. Así quedaba delimitada la primitiva fachada hoy oculta parcialmente por construcciones posteriores, pero de la que aún se vislumbra la crujía principal flanqueada por dos torreones, y en el medio de cuyo paramento se edificó la nueva capilla de planta octogonal, en el mismo lugar donde se encontraba el vestíbulo que daba entrada al cementerio con dos pasos de acceso hacia el patio Santísimo Sacramento primero central, a ambos lados de la capilla. El acceso por el lado izquierdo quedó definitivamente bloqueado con la construcción el año 1919 de un nuevo pabellón adosado al muro frontal de este patio, con proyecto del arquitecto Críspulo Moro Cabeza. En el centro de este pabellón se construyó un vestíbulo de acceso a las nuevas dependencias y al patio central de San José, hoy entrada principal a los patios de enterramiento del cementerio.
En mayo de 1880 ya se habían concluido las principales obras de construcción del patio alto de San José según proyecto de Miguel Mathet, pero no fue hasta el 16 de abril de 1909 que se aprobó la licencia municipal para la realización de las obras de ampliación, según proyecto del mismo arquitecto, en lo que serían los patios bajo y central de San José, obras que finalizaron en febrero de 1914 bajo la dirección del nuevo arquitecto de la Sacramental José Urioste y Velada. El patio de San Roque formó parte con este mismo nombre del cementerio General del Sur, que había sido clausurado en 1884, del que fue segregado y cedido al de la Sacramental de San Lorenzo el año 1902. El 10 de enero de 1917 el arquitecto de la Sacramental don Crispulo Moro Cabeza firmó una memoria descriptiva sobre las obras que sería necesario llevar a cabo para la restauración de este patio de San Roque, pero no fue hasta el 28 de julio de 1923 que se obtuvo la licencia municipal para ejecutar dichas reformas. Las obras estuvieron interrumpidas hasta junio de 1926 y finalmente concluidas bien entrado el año 1929. El último recinto construido es el pequeño patio denominado del Santo Entierro, situado entre los patios Santísimo Sacramento segundo central y San Roque.
La Guerra Civil de 1936-39 supuso la casi ruina del cementerio. Al dispersarse los hermanos cofrades desapareció también la junta directiva de la Real Archicofradía. Sin dirección responsable, los empleados del cementerio dejaron de percibir sus sueldos, por lo que tuvieron que buscar otros medios de subsistencia. La falta de mantenimiento y los estragos de la guerra originaron un rápido deterioro de las construcciones, llegando a convertir en verdaderas escombreras algunos patios, con irreparable pérdida de lugares de enterramiento de algunos ilustres personajes. También fue el cementerio víctima de sacrílega rapiña, desapareciendo no sólo la campana de bronce situada en uno de los vanos de medio punto del torreón situado a la derecha de la capilla, sino también adornos de sepulturas y panteones como buen ejemplo es la verja de hierro labrado que rodeaba el panteón de la familia Gassó en la entrada al patio Santísimo Sacramento segundo central. La primitiva estructura del cementerio ha sido alterada varias veces desde tiempos ya lejanos hasta los cercanos a nuestros días. Con el buen fin de habilitar nuevos espacios para enterramientos, durante las décadas de los años 1980 y 1990 se construyeron pabellones de nichos en el centro de algunos patios, modificando de forma irreversible su primitivo aspecto. A partir de la declaración del cementerio como Bien de Interés Cultural de la Comunidad de Madrid el año 1999, esta política de irregular ampliación de espacios de enterramiento fue sustituida por la más acorde de restauración de las zonas más afectadas por el paso e inclemencia del tiempo. No obstante las intervenciones renovadoras llevadas a cabo en los patios más antiguos, en ellos todavía se descubre un atractivo aspecto pintoresco y melancólico, gracias en parte a su cuidada vegetación.
La capilla panteón del cementerio, proyectada por el arquitecto Juan J. Sánchez Pescador e inaugurada el año 1882, se trata de una construcción con planta de cruz griega con un núcleo central octogonal destacado en alzado y cubierto por una bóveda con ocho paños decorada al fresco con pinturas murales, que se abre en su centro por un lucernario. En el interior de la capilla una imagen de Cristo crucificado y sobre esta otra del mártir diácono San Lorenzo presiden el altar, situado en uno de los lados mayores que corresponden a los brazos de la cruz, los otros se ocupan de suelo a techo con sepulturas en nichos. En los lados menores del octógono se abren cuatro hornacinas ocupadas por las imágenes de San José, la Virgen de la Portería, Nuestra Señora del Rosario y el Sagrado Corazón de Jesús. El crucifijo que preside el altar es una talla de finales del siglo XVII, en madera revestida de pan de oro sobre cruz de madera pintada en negro. Las imágenes de San Lorenzo, San José y Nuestra Señora del Rosario, en talla de madera policromada, proceden del convento de la Trinidad de Madrid, abandonado por causa de la Desamortización, y adquiridas por la Real Sacramental de San Lorenzo el año 1847. La imagen de la Virgen de la Portería fue encargada el 25 de julio de 1907 al escultor don José Poveda Ramírez. A ambos lados del altar se encuentran dos “altares de Viáticos” que la Archicofradía Sacramental mando construir el año 1866, para ser utilizados en la administración de Viáticos a los enfermos. La visión de la capilla panteón desde los distintos patios de enterramiento hoy en día transmite la sensación de paz y serenidad con la que fue originalmente proyectada por Juan Sánchez Pescador el año 1875.
Desde el punto de vista arquitectónico, lo más valioso de este cementerio se encuentra en los panteones de familia y mausoleos, algunos verdaderamente notables, erigidos sobre todo en los patios del Santísimo Sacramento central primero y segundo y en el patio central de San José. Son interesantes las sepulturas “privilegiadas”, así llamadas por estar situadas a ambos lados de los caminos o pasillos centrales de cada patio, encontrando en muchas de ellas suntuosas obras escultóricas que, en algunos casos, se han ido deteriorando con el paso del tiempo. Hay también sepulturas “sarcófago” que son sepulcros tallados en obra de piedra, y otras sepulturas denominadas de “pavimento” o patio, de más difícil acceso pero donde así mismo pueden apreciarse interesantes detalles de obras arquitectónicas, escultóricas o gráficas. Otro tipo de sepulturas son las denominadas “de galería”, por estar situadas al pie de los muros de cerramiento, con construcciones de nichos, que delimitan los patios del cementerio. Estas sepulturas no podían sobresalir del nivel del suelo, pues de otra forma habrían bloqueado la primera fila de nichos. Es por ello que las lapidas que señalaban estos lugares, si es que existían, eran de poco espesor e irregulares en su forma y, como es natural, con el paso del tiempo fueron deteriorándose e incluso algunas han llegado a desaparecer. Más tarde, en los patios donde se renovaron muros y nichos, a fin de evitar que esas sepulturas fueran pisadas se construyeron aceras para facilitar el paso. Las lápidas o restos de lapidas existentes fueron desplazas al lugar correspondiente de la sepultura colindante con la acera. De las sepulturas que no conservaban lapida se sabe la identidad de los difuntos que allí yacen por los libros de registro de los enterramientos. Finalmente nos encontramos los nichos para adultos, nichos panteón y secciones de nichos para párvulos, algunos de estos con conmovedores epitafios. En las nuevas construcciones de nichos se han creado espacios para columbarios en los que se pueden guardar varios recipientes con cenizas de personas difuntas.
El conjunto arquitectónico formado por los diferentes patios constituye una unidad espacial que merecería ser conservada como muestra de la historia y evolución de los espacios destinados a la muerte, comenzando en las primeras décadas el siglo XIX, razón por la cual nuestro cementerio Sacramental ha sido incluidos en los Planes Temáticos de Cementerios Históricos de Madrid, del vigente Plan General de Ordenación Urbana. Para el mantenimiento de este interesante legado histórico, entendemos que deben ser conservadas sus tipologías estructurales y constructivas como testigo de la evolución de la arquitectura funeraria madrileña. Las zonas deterioradas deben ser reconstruidas siguiendo el modelo de las primitivas construcciones, introduciendo tan solo aquellas mejoras que no interfieran en la conservación de la tipología estructural, constructiva y arquitectónica del conjunto funerario.